viernes, 9 de mayo de 2008

Ausencias


Desde que me enteré, hace casi una semana, no pude parar de preguntarme: ¿Todos los muertos, son muertos políticos? Pasé aquel día entero pensando, sufriendo en silencio sin poder compartir mi dolor, dudando ¿Son todos muertos políticos? La duda me persigue aún fuera del pueblo. “Lamentablemente la suerte a veces nos juega una mala pasada” nos dirá el político. Claro, el que es un ejemplo de la previsión.

Mi semana se hizo muy pesada entonces. Al principio lo mismo de siempre: té con leche y radio. Pero hoy no la escucho; en cambio, repaso los momentos que compartimos juntos (pocos, es cierto, pero llenos de proyectos, lecciones y de mutuo afecto). Me quedo un rato largo con los codos sobre la mesa y la taza verde entre mis manos, helado. Y es ahí cuando la impotencia se asoma, aparece de golpe y me presiona la sien con fuerza, como un taladro que empuja y empuja y empieza a girar sobre la piel y la rompe y enreda mi pelo y lo arranca y atraviesa el hueso trayendo la duda de regreso: ¿son todos muertos políticos? ¡Aghh! Yo creo que sí, no sé, capaz.

“Las noticias en la mañana de la radio”, basta de noticias, me digo, pienso, no quiero escuchar pero lo hago: Tren bala, inflación, desalojo violento, otro choque ¡basta!

Apago la radio.

En reiteradísimas oportunidades los políticos, tentando nuestras pasiones humanas, nos empujan a expresarnos desde los límites del rencor. Pero no podemos flaquear tan fácilmente y debemos seguir exigiendo, con razones sobradas, que cumplan con aquello que han prometido en rigor de la soberanía que les hemos otorgado.

Son responsables, sí, todos los muertos son políticos, sí, y muchos políticos por incompetencia o deliberación son responsables de estas muertes, sí, son asesinos, sin lugar a eufemismos. Un anciano olvidado en un asilo, un padre sin trabajo ni obra social, un golpe de fiebre de su hijo, un mal diagnóstico en el hospital, el agua en mal estado, napas contaminadas, el fantasma de la leucemia recorriendo el pueblo, anticonceptivos y otros medicamentos vencidos en 2006 en un rincón del hospital, y se reparten, un embarazo mal tratado, parientes olvidados, el alcohol y el volante, la ruta sin marcar, lautaro se desmayó durante el acto del 25 de mayo del año pasado, su hermana lloraba: “ni ayer ni hoy comimos”, ¿ahora estarán mejor? ¡El proyecto de la Ruta 6 cumple sus primeros 10 años cuando tenía que terminarse en 1! ¿Quién estuvo ahí? (Diario Hoy-31/05/1998, pag. 20) El tren deficiente nos obliga a jugarnos la vida en la ruta por no perder el presentismo, más sobreexplotación, la policía necesita una disposición del ministerio de seguridad ¡desde La Plata! Para interrumpir el tránsito ¡en Las Heras! un día de niebla; entre 1988 y 1998 pasamos de 36.000 Km de vías a 11.500 Km, hoy se estima que quedan solo 8.000 Km operables y se transporta por tren sólo el 6% de la carga total del país[1], por esto la ruta está atestada de camiones, el que controla las rutas controla el poder y los subocupados cuentan como ocupados y los que nada tienen cada vez están más lejos de tener algo, pero plata hay. ¿Cuántas cosas influyen en un hecho que parece sencillo, singular, unicausal?

Toda mi semana estuvo marcada por la pena, la impotencia y por qué negarlo, un ligero rencor personal. Pero la causa es la misma que hace meses y años: no quiero perder más gente querida. Que nadie los pierda.



[1] Comisión Nacional Salvemos al Tren. ar.geocities.com/salvemosaltren

viernes, 7 de marzo de 2008

Utopia

Por Lisandro Peralta- Playa Unión

Lo imposible se hizo realidad en mis sueños